“ DEL GRAFFITI AL MUSEO. CONFLICTO CULTURAL EN TORNO AL ESPACIO EXPOSITIVO ”
Alejandro López Delgado
Doctorado en Historia del Arte
Reflexionar en torno al graffiti es reflexionar acerca de aquello que Jesús de Diego denominó en su Tesis doctoral como “ la sociodinámica del espacio urbano”, en concreto, debemos centrarnos ,en estos momentos, en algo que el autor sólo ha tratado aleatoriamente, como es, la problemática vigente en torno al mismo espacio expositivo de las Obras de Arte en los espacios extraoficiales, propios del Graffiti, con respecto a los oficiales que nos ofrece hoy día el denominado “mercado y ecosistema del Arte” en sus múltiples variaciones.
El Arte del graffiti se concibe, surge y continua su desarrollo en el seno de las calles de las grandes o pequeñas urbes de todo el mundo, de origen popular y, en muchos casos, gratuito, va a enfrentarse de uno u otro modo a aquel Arte institucionalizado o
regido por las instituciones públicas / privadas que, por una módica cantidad de dinero, abogan por ofrecer al público un Arte en el que los conceptos comerciales y económicos están presentes de forma cotidiana y constante, en base al sistema y economía capitalistas, en el que la mayor parte de la sociedad subsistimos.
Ya no se trata tan sólo de la legalidad o no de la propia realización artística que, como indicará F. Figueroa, en el caso del graffiti se transforma en una acción fundamentalmente transgresiva, sino que la función y objetivos teleológicos hacia los que van a dirigirse en la práctica las Obras de Arte del graffiti, con respecto al resto de las O.d.a. denominadas “oficiales”, expuestas dentro del mercado, serán como debemos presuponer, bien distintos.
Actualmente, en los Museos se nos muestra un funcionamiento comercial muy simple en el que para ver las Obras de Arte hay que pagar dinero. El graffiti en su género puro, sin embargo, es un arte urbano, como hemos dicho, gratuito en el que el escritor de graffitis da a conocer su obra mediante la realización de firmas o piezas cuyo objetivo es el contacto directo con la sociedad, sin intermediarios (factor importante), en un intento de darse a conocer mostrando sus dotes y calidad técnica, aún a costa de violar las normas del decoro o la propiedad privada / pública.
Es la historia y evolución de la contracultura frente al sistema y tradición vigentes.
Las formas de Arte tradicional implican, sin duda, indisolublemente, factores económicos, comerciales y de conducta social de los que el graffiti, al menos, inicialmente, adolece, debido a esa misma carencia de pretensiones económicas.
¿Es el graffiti, por tanto, una postura idealista frente al “Realismo mercantilista ” vigente tanto dentro como fuera del Arte?
Prestemos un poco más de atención.
Fernando Figueroa y Jesús de Diego nos llevan a pensar en el graffiti desde diversos puntos de vista, abordando una cuestión que se ofrece como caldo de cultivo de diferentes teorías entre las cuales hemos de reseñar ahora una, entresacada de una de las páginas de Internet de graffiti en Barcelona, que nos ofrecerá un resumen significativo de este asunto con una claridad diáfana:
” Y, sobre todo, que esto se muestre como la prueba patente de que el arte vive fuera del mundo oficial del arte, que está al alcance de los no-artistas (los no-músicos, los no-bailarines, los no-pintores... los no-expertos del arte, formados y encauzados para el servicio del mercado oficial) y que puede alcanzar un nivel contracultural, siempre y cuando se libere del discurso cultural, escape del ecosistema artístico. El escritor de graffiti libera al arte de la prostitución, evidencia que el hombre puede asumir su entidad como artista sin tener que adoptar a la vez el papel de un chulo que se vende a su vez.”
Sin duda, la última afirmación es, en parte cierta, aunque la cuestión fundamental
sería dirimir si realmente ese Artista que cobra dinero por enseñar su obra está necesariamente prostituido o es, simplemente, un producto de un determinado tipo de sociedad. Además de preguntarnos, por no caer en ingenuidades, si cierta parte del graffiti mismo como forma contracultural ;
¿ no se está adaptando a ese mismo mercado que tanto criticaba en sus inicios, creando una relación distinta, mucho más flexible al mundo empresarial y económico ?
Evidentemente, la respuesta no es simple, el conflicto cultural sigue presente entre dos formas de entender el Mundo y, como no, el mismo Arte : la oficial y la extraoficial.
La problemática del espacio y de su uso, la libertad o la restricción existentes en aquel por parte de gobierno, instituciones y particulares... no son más que paradigmas que exponen, por un lado, las diferencias sociales o económicas actuales, en este caso, en España, demarcando claramente la posición de cada una de las clases sociales implicadas, sus conflictos de intereses y las creencias e ideosincrasía presentes en el modo de actuación y conducta particular de cada una en referencia a las otras.
Se deja entrever, por otra parte, el modo y funcionamiento del mundo contemporáneo del Arte, con ámbitos de actuación elitistas u oficiales en espacios controlados y comercializados como los Museos, galerías, tiendas de Arte y Antigüedades, etc... que no hacen sino exponer al Arte como un producto comercial más. Esta concepción se halla alejada de los principios que mantienen, en cierto modo, los escritores puros, de herencia romántica, que en esa realización de un “Arte por el Arte”, para beneficio, contemplación o conocimiento de la sociedad de a pie, van a marcar sus diferencias con respecto al primero.
El graffiti se ha constituido en los últimos tiempos en un marco de actuación político social fuera y dentro del mundo del Arte, que muestra mediante su ideología antiburguesa la otra cara de la moneda, la de esa realidad oficial del mercado del Arte que todos conocemos, ofreciéndonos una visión crítica ( algunas veces paradójica) contra determinados presupuestos acerca del ámbito mercantil ,empresarial o de conducta social en el que el Arte actual se haya implicado.
Al poner en duda o contradecir determinados presupuestos oficiales, va a mostrarnos no sólo esa lucha por la libertad expresiva y la ocupación espacial, sino que en su propia autoafirmación expondrá, indirectamente, las condiciones de vida, control de producción y de la propia existencia que se dan, cotidianamente, en el seno mismo de la sociedad capitalista del s.XXI .
De este modo, el graffiti expondrá una reflexión acerca de una situación social esencial en torno al mismo Arte y al sentido de hacer “Arte” por el mismo artista contemporáneo:
¿ Se ha convertido el Arte en un mero objeto decorativo y mercantil como producto de la sociedad actual o el graffiti está intentando exponer otra salida para el futuro del mismo Arte (con mayúsculas), en esta sociedad de espacios controlados, eficiente, técnica y especializada que ya avanzó, años antes, Aldoux Huxley en su premonitorio libro “ Un mundo feliz ” .
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